24 de noviembre de 2020

Tiempo perdido



 

Cada momento que paso sin ti es un momento de tiempo perdido.

(RR Tolkien)



12.457 horas
747.420 minutos
44.845.200 segundos
519 días
74 semanas
17 meses....

17 meses desde la última vez que te vi y hablamos.
17 meses desde ese "el próximo finde nos vemos y me cuentas"...
Nunca llegó ese próximo finde, nunca llegué a contarte...
Te fuiste sin más dejando un vacío en todos. Te fuiste sin avisar. Sin un adiós.
Te fuiste dejándonos un poco más solos. Sobre todo a ellos. A esos dos pequeños que son el regalo más preciado que me has hecho.
Te fuiste sin que tuviera la oportunidad de decirte un "te quiero".

32 años y he perdido el tiempo.
32 años en los que te podría haber dicho o demostrado que me importabas, que te quería.
Pero es que somos tan tonto de dar las cosas por hecho. Soy tan tonta de no saber decir "te quiero"...
Que por no saber decirlo un día te marchaste y una vez más volví a sentir ese vacío por no saber hablar.
Y quizás, lo que más dolor llevo dentro de mí es no saber que sentías tú por mí.
Saber si te importaba, saber si tú también me querías...

Pero ya es tarde y ya no lo sabré y tú tampoco...

Te echo de menos todos los días...
Y te echaré de menos el resto de mis días...

 

by Kinki Pulguita

3 de noviembre de 2020

Ver, oir y callar

 



"Ver oir y callar"

(Jose Luis Jimenez)


Durante mucho tiempo he pensado muchísimo sobre lo que conlleva tener una discapacidad auditiva.
Ya sea una sordera total o una hipoacusia.

Quien me conoce de verdad sabe que para mí hablar de esto me resulta muy difícil.

Tengo 32 años. 32 años viviendo con hipoacusia más una sordera total de mi padre y una hipoacusia de mi madre.
Conozco muy bien el mundo del silencio por mi experiencia y la de mis padres.

No llevé audífono prácticamente hasta los 21 años.
Cierto es que los probé con 12 años y para mí aquello más que una ventaja era una desventaja.
Hablamos de muchos años atrás, la cosa con los audífonos ha cambiado enormente.


Sólo os quiero poner en situación: antiguamente el audífono era como un micro abierto que absorbía todos los sonidos a la vez.
Sonidos que te hacen volverte loca. Los rechacé por completo ya que dificultaba más que ayudaba. En ese momento le sumamos una dificultad más: la emocional.
Con la llegada del audífono llegaron más burlas, insultos. Llegó un calvario para mí.


Desde los 12 hasta los 21 me defendido y desenvuelto como he podido.
A los 21 se me abre la posibilidad de volver a probar y me juran y perjuran que no será como aquella vez.
Parte del mundo se abrió ante mis pies. Empecé a escuchar sonidos que no escuchaba, escuchar sonidos que ni siquiera sabía que sonaban así... Simplemente empecé a escuchar.
Dicen que los insultos y humillaciones terminan cuando eres adulto. Creces, te haces mayor y esas cosas ya no importan.
Dada mi experiencia: mentira.
Se abrió un mundo nuevo, pero seguía soportando las miradas, insultos...
Tienes que acostumbrarte, tienes que hacer lo que dice el refrán "VER, OIR Y CALLAR"

Pasan los años y ves que nada cambia.
Que la inclusividad NO EXISTE.
Barreras de comunicación, barreras de accesibilidad, aislamiento social, aislamiento familiar...

Yo tengo hipoacusia y soy oralista. Y no por ello me creo mejor que uno que sea signante.
También sé lengua de signos.

Después de 32 años con todo este boom que nos ha llegado al mundo es cuando te das cuenta que el mundo no ha cambiado nada.

 

Siguen existiendo barreras de comunicación, siguen sin incluir a las personas sordas o con hipoacusia en la sociedad.
El mundo está hecho y se está creando para el oyente.


El COVID 19 ha llegado para hacernos las cosas mucho más difíciles.
Las mascarillas nos han aislado del mundo al 100%. Nos han hecho ser dependientes, nos han hecho que nos encerremos mucho más en el mundo del silencio.


Una discapacidad auditiva duele. No duele quizás físicamente. Pero sí por dentro, que creo que es el peor dolor.
Un dolor físico tiene fecha de caducidad, el dolor que se lleva por dentro dura mucho más. A veces se cura y deja cicatriz, pero a veces dura toda la vida.


-“Tenemos que ser comprensivos”- . El COVID está matando a miles y miles de personas y lo comprendemos y aceptamos y llevamos las mascarillas. Pero da la sensación que la humanidad no puede ser comprensivos con las personas que tienen una discapacidad auditiva. Personal sanitario que se niega a facilitarte un poco más la situación, policías que se agarran como a un clavo ardiendo a la frase: "no se puede hacer nada. Son las normas"... y así hasta infinidad de situaciones.


Nos encontramos en una situación en el que hasta los más pequeños se ven afectados y piden un grito de socorro.
Niños y niñas en esta situación que van cada día a clase sin enterarse de casi nada o de nada de sus clases.
Que pasan las horas haciendo doble esfuerzo para intentar seguir las clases. Muchos de ellos lloran porque realmente lo tienen muy difícil, otros piden a gritos soluciones porque les preocupa su futuro y quieren tener las mismas condiciones que los demás.
Es muy triste que haya niños y niñas que no quieran ir al colegio por culpa de una mascarilla.
Es muy triste que muchas personas con esta discapacidad se encierren más aun en su mundo por la inseguridad que les trae esta "nueva normalidad".


-No es para tanto- pueden opinar algunas personas.
No, sí lo es. Es para mucho.
Que nadie me diga lo entiendo si no lo está pasando.

Porque de verdad el dolor, la soledad, la inseguridad por mucho que lo quieras entender es muy difícil poner sentirla.

Sólo pido y pedimos igualdad, que no se excluyan a estas personas (porque antes de una discapacidad, son personas que sienten) que nos faciliten un poquito la vida en esta situación tan difícil para todos.
Cuando acabe esto ya seguiremos con nuestras luchas diarias que ahora parece que hayan perdido interés, pero que siguen estando.

 

By Kinki Pulguita

23 de abril de 2020

El valor terapeutico de escibir

Alguien me comentó en el último post que escribir suele ser terapético. Y que a esa persona le funciona...

Sí, lo sé. Tiene razón.
Pero no sé en qué momento el escribir dejó de ser algo terapéutico para mí.
No sé cuándo las palablaras que escribía día tras día, o en esos tiempos malos dejaron de tener valor y significado para mí.

Creo que la vida dio un giro demasiado grande que mi pequeño cuerpo pudiese soportar.
Todo lo que alberga mi cuerpo es rábia, ira, enfado hacia la vida. Inluso odio hacia ciertas personas.

En poco tiempo se celebrarán 2 años de la partida de mi abuelo.
Sí, sé que es ley de vida. Que la gente viene y va. Y sobre todo cuando estos ya son mayores.
Pero después de casi 2 años yo sigo sin aprender a vivir sin él. No sé dónde hay un manual donde diga "tienes que hacer esto para que deje de doler..." "tienes que hacer aquello para olvidar el pasado..." 
Simplemente no sé ni siquiera si existe ese manual.

Y esto no acaba aquí. No. 
Ojalá acabase esto aquí. 
No llegué a escribir sobre este suceso. Y no sería por falta de palabras. Pero por mucho que queria no podía. O más bien no queria ni podía.

La vida me enseñó que pega, y duele.
La vida me enseñó que no podemos confiarnos con lo que tenemos.
La vida me enseñó que un día puedes ver la luz, pero de un sopapo te hace ver la oscuridad...

De aquí 2 meses se cumplirá la marcha de alguien que nunca debió irse. Es ley de vida- puede que digan muchos-.
No, este no era ley de vida.
Te vas un día temprano a trabajar y ya no vuelves jamás.
A penas unos segundos hablé con él el día de antes. Tenía tanto que contarte.
-El próximo fin de semana nos vemos y me cuentas- Nunca llegó próximo fin de semana.
¿Cómo es posible que la vida decidiera que un buen hombre joven, padre de dos niños pequeños se tuviera que marchar de esa forma tan trágica?...

Si estaba enfadada porque hay una "ley" que dice que las personas mayores han de marcharse tarde o temprano. Más enfadada estoy ahora...

1 año y 1 mes para que se reunieran padre e hijo...
1 año y un mes en el que no me ha dado tiempo a procesar nada.
Porque yo sigo esperando ver a mi abuelo en el campo, sigo esperando verle descansando en su sillón, sigo esperando ver esa sonrísa, escuchar esa risa, sigo esperando sentarme a su lado y cogerle de la mano diciendole "estoy aquí contigo".

Y sin más, la vida decidió que nuestra familia no tenia suficiente dolor, que no habia derramado suficientes lágrimas...

Así que sí, sigo enfadada por la primera partida, pero aun más lo estoy con la segunda.

Muchas veces me paro a pensar: "¿tan difícil es llevarseme a mí?" 
Soy un ser insignificante, sin hijos a los que cuidar y criar.
Él era alguien muy querido por todo el mundo, era fuerte, estaba sano...

¿Tan difícil es llevarte a alguien que día tras día sigue con la misma enfermedad?
¿De verdad la vida se tiene que llevar a gente vital y necesaria y dejar despojos aquí?

¿Qué sentido tiene?

¿Para mí? Ninguno.

La vida el cruel, la vida no tiene sentido, no le busques una explicación. Porque no la hay...

Por esp supongo que dejé de escribir.
Siento que mis palabras están vacías, que dejaron de tener sentido alguno...

Ya no valen para nada
 
 
by Kinki Pulguita

12 de abril de 2020

Tiempo, mucho tiempo



 



Mucho tiempo sin escribir por aquí.




Esto, que era mi pequeño refugio. Mi lugar de desfogue emocional dejó de tener sentido para mí.

Dejó de quitarme esa pequeña parte de dolor que había dentro de mí.

Por mucho que escribía el dolor y sentimiento que albergaba continuaba dentro de mí.

Ya no servía de mucho escribir...




Sinceramente no sé si hay alguien que lee o no. Si hay alguien que se pregunté ¿qué ha pasado en todo este tiempo...?




Porqué sí, antes por muy mal que estuviera siempre tenía algún momento de expresar lo que sentía, lo que había dentro de mí. Cómo estaba...

Estuviera como estuviera era tradición para mí escribir siempre unas palabras antes de finalizar el año.

Hacer un balance de todo...




Este año no he hecho nada...




¿Por qué?




Porque todo dejó de tener sentido para mí.




Sólo veo que año tras año es más de lo mismo.

Un año más de enfermedad, un año más de tiempo perdido..

Un año más de dolor...




¡Feliz año nuevo! - te dicen todos.




Este año no he querido ni felicitaciones ni darlas...




Todo aquel que me conoce sabe que no va a ser un feliz año.

Ni terminó un buen año ni empezó.



Y quizás ahora me pregunte ¿y por qué ahora sí escribir? Pues sinceramente no lo sé.



Supongo que en es por el mal tiempo que estamos pasando España. Que digo España, el mundo entero. Pero mi tierra es España y supongo que como a todos, nos duele lo que nos toca.




¿Qué pienso de todo esto?




Es algo muy fuerte lo sé, y grave. Mucha gente contagiada, mucha gente grave, mucha gente muriendo...




Cuando se empezó a hablar de esto, de que la gente podía llegar a morirse de esto, yo siempre respondía "si te sirve de consuelo tarde o temprano nos vamos a morir igual. Nadie va a quedarse aquí eternamente"




Duras palabras lo sé, duro pensamiento...




"No es lo mismo morir de viejecito habiendo vivido una vida que de joven sin disfrutar de una vida" (me han llegado a decir)



¿Y quién nos dice que todos disfrutan de su vida?



Mírame a mi o a todas aquellas personas que están enfermas. Sobre todo aquellas que tienen un TCA.

Porque seamos francos, que sonriamos, que se nos vea aparentemente felices y disfrutando de la vida no significa que así sea...



Se echa de menos la vida que se llevaba apenas unas semanas.

Frenética, estresante, sin dormir, cansada, hiperactiva.... supongo que no había tiempo de pensar en la enfermedad.

¿Pero ahora? Ahora pienso y siento que no pienso en la enfermedad, piensa la enfermedad...



A veces creo que tengo tanto por soltar y otras que tengo tanto que callar...



¿Soltar o callar?



Gran dilema.





by
Kinki Pulguita

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