“Una sonrisa significa mucho. Enriquece a quien la recibe;
sin empobrecer a quien la ofrece. Dura un segundo pero su recuerdo, a veces,
nunca se borra.”
(Anonimo)
Como bien decía ayer, a veces puedes estar arriba y otras
veces puedes estar abajo.
Hoy me sentido abajo, muy abajo.
Tan abajo que sentido la necesidad de permitirme desplomarme
en el suelo y quedar tendida en un charco de lágrimas.
Cuando necesitas hablar pero no sabes con quién puedes
hablar, pero a la vez
sientes esa ambivalencia de querer pero no querer.
No
sé si es el agobio, el cansancio, la falta de sueño o las necesidades que tengo
o bien una suma de todo. Me han hecho
ver que no siempre tengo que colgar mi armadura, que en ocasiones siempre viene
bien tenerla. Puede ser que no tu mejor armadura, pero si una que te proteja lo
suficiente.
Hoy
he sentido como mi alma se desquebrajaba y caía en mil y un pedazos. Pero al
bajar la mirada al suelo, he encontrado la silueta de mi sombra. Totalmente inmóvil
he fijado la mirada en mi sombra. Una
sombra que reflejaba un cuerpo entero, en pie, con todos sus miembros en su
sitio. Mi cuerpo permanecía intacto.
Con
el alma hecha pedazos he continuado mi camino dejando caer unas lágrimas por el
camino. Mis ojos se desbordaron, no podían contener ya más lágrimas.
No
pueden verme así, no quiero que me vean así y me detengo a secar mis lágrimas.
Uno….dos….
respira…traga saliva…inspira aire y aguanta…
Estoy
tan ciega que no reparo a mirar que me detenido en un parque infantil donde un
nene de color vestido de raperillo con su gorra de lado al estilo Will Smith en
la serie “Príncipe de Bel Air” juega ajeno a las preocupaciones, al peligro que
existe en el mundo…
Me
quedo mirando fijamente como desborda alegría, naturalidad, inocencia, picardía…
Y
en ese momento, levanta la cabeza desconectándolo de su mundo de fantasía y me
responde con una amplia sonrisa. Es tan tierno, tan dulce, que por muy mal que
me sienta es inevitable responderle con una sonrisa.
Una
mujer le acompaña, su madre supongo y se me queda mirando fijamente con una
sonría en la boca que me transmite una serenidad. Siento que su sonrisa me dice “todo irá bien”.
Continúa
mirando como miro con ternura al pequeño raperillo experimentar en el parque
intentando subir a un pequeño balancín.
Bajo
la miranda con una media sonrisa, vuelvo la mirada y siento como mi yo interior
se aproxima a recoger los trozos de mi alma desquebrajada.
Siento
que no es el momento, que ahora mismo no puedo ponerme a reconstruir mi alma,
así que guardo los trozos dentro de mí para que cuando sea el momento, empezar
a ir pegando las piezas de mi alma para volver a construirla.
by Kinki Pulguita