17 de julio de 2017

Por 13 razones








“A veces de noche, enciendo la luz para no ver mi propia oscuridad”

(Antonio Porchia)




Después de un tiempo sin escribir y no por falta de ganas, ahora sí que sí, lo necesito.

La verdad es que antes mis emociones y pensamientos iban y venían, me intentaba animar a escribir, pero ha sido un año de duro trabajo estudiando donde he olvidado algunas de mis aficiones como la de dedicarme un tiempo para escribir lo que siento o lo que pienso...

Ya finalizado el curso, quiero volver a retomar mi afición a escribir. Quizás esto haga que el rompecabezas que tengo dentro de mi cabeza se vaya montando y volver de nuevo por el buen camino.

De lo que necesito escribir ahora, es sobre la serie que se emitió en Netflix. Por 13 razones.
Una serie que sinceramente no esperaba que me dejase llorando recordando el dolor que sentí estando en el colegio.
Para quien no sepa de qué va esta serie, trata sobre el bullying que recibe día tras día una adolescente. Hasta que encuentra las razones por las que eso tiene que acabar.

Han pasado muchos años desde que yo dejé aquel colegio dónde todos y vuelvo a repetir TODOS han sido partícipes de mi sufrimiento diario.
Día tras día era el blanco de palizas psicológicas. Sí, psicológicas. Hay gente que opina que el bullying es solo cuando te pegan físicamente, cuando te dan palizas que te dejan medio muerto en el suelo…
El bullying abarca muchas cosas. Desprecios, burlas, golpes, insultos, rumores, palizas, acoso, risas a tu costa…incluso el silencio.
Cuando digo que todos han sido partícipes en ese sufrimiento, no digo que todos me hayan insultado, humillado o hecho lo que hicieron.
Yo los dividí en cuatro grupos:

1.   Los que “atacaban”
2.   Los que no atacaban, pero les reían todas las gracias a los atacantes.
3.   Los que no atacaban, no se reían, observaban, pero no decían nada ni hacían nada.
4.   Y por último y no menos importante. Los profesores que estaban al tanto de todo y no hacían NADA. Echaban la mirada a un lado y después te tachaban de loca.

Miedo, inseguridad, silencio, oscuridad, tristeza…

Fueron largos años de mucho sufrimiento, de llantos en soledad, de susurrar que todo acabase ya, en los que me encontraba sola junto a mi sombra.
Cada día me levantaba sin ganas de vivir, con ganas de acabar con todo, pedía una y otra vez que las palizas psicológicas acabasen y me pegasen físicamente, que me dieran palizas de verdad. Porque el dolor físico dura un instante, el dolor psicológico dura toda la vida…

Han pasado ya muchos años de esto, pero este año volví a retomar mis estudios y reconozco que el miedo volvió de tal forma que no quise darme a conocer.
Quería llegar allí donde iba a estudiar metida en mi coraza, envuelta mi muro y que nadie me tocara. Tenía tanto miedo, que durante un tiempo me ha costado mucho ver la realidad.
Una realidad asombrosa, brillante y lo más importante, llena de gente, personas a las que les daba igual mi pasado y solo querían conocer mi presente. He tenido la suerte de tener compañeras que me han tendido la mano, he tenido profesoras y profesores que me han ayudado en lo que he necesitado y por supuesto, una tutora en el que me ha ayudado a ver que la vida da más vueltas de lo que pensaba, que todos no son iguales y que tengo que celebrar cada alegría.

Como bien he dicho, han pasado muchos años y lo que antes deseaba, ya no lo deseo…
Los pensamientos que tenía antes hacia todos ellos eran de venganza. Deseaba con todas mis fuerzas que el futuro les fuera mal, que la oscuridad callera encima de sus cabezas y que sufrieran igual o más de lo que me hizo sufrir a mí.
Iban pasando los años y a veces me enfadaba porque veía que alguna de las vidas de aquellas personas les iba bien, eran felices y estaban teniendo una buena vida…
Ahora, después de ver la película pienso en aquellas personas o más bien, pienso en los hijos de algunos de aquellas personas.
Sé que algunos tienen pareja, otros han formado una familia y ya tienen hijos y otros están en camino…
Yo no sé si en algún momento de sus vidas han sido conscientes del sufrimiento que me causaron en sus años. Tampoco creo que sea el momento de decir:
 “¡Hola! ¿Te acuerdas de mí? Pues que sepas que me hiciste sufrir durante muchos años” 

¿De qué serviría?

Yo solo espero que todos aquellos que ya tienen hijas o hijos, o que los tienen en camino, no sufran nunca lo que me hicieron sufrir su madre o su padre a mí. Que puedan tener una vida normal sin que haya nadie detrás arruinándoles la vida, haciendo que se sientan tan miserables que se tengan que plantear si merece la pena vivir.
Y en el hipotético caso que pase eso, que hay alguien destrozándoles las vidas como me la destrozaron a mí, que haya alguien que valiente en abrir la boca y decir basta. Que las personas adultas que tienen que proteger, protejan de verdad, que no miren a otro lado y pisen más aun al inocente.
Porque ayer me tocó a mí, pero mañana le puede tocar a cualquiera y puede ser alguno de sus hijas o hijos…


by Kinki Pulguita

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