3 de julio de 2012

Quiero sentir que puedo volar



"Mis palabras suben volando, mis pensamientos se quedan aquí abajo;
palabras sin pensamientos nunca llegan al cielo volando"


(William Shakespeare)




Y después de un fin de semana tranquilo, dónde solo se respiraba paz y tranquilidad, dónde solo se escuchaba el silencio, dónde todo lo que había era relajación, llegan las subidas y bajadas...

Irse un viernes por la noche y a medida que vas llegando vas notando que tus nervios se esfuman, que tus miedos solo por un momento desaparecen que en ese mismo momento, tu única preocupación es sentirte un poco quería por ellos, sentir el calor de la familia...

Pero una vez allí de nuevo el miedo asoma a la ventana, hora de cenar, pero sin embargo, todo transcurre con total normalidad.

Por un momento, esos miedos se relajan un poco, hasta encontrarse con un factor sorpresa que no esperabas...la báscula.

Quedarse mirando fijamente y decime a mi misma, "si nadie te ve, no tienen porqué saberlo" pero no, no puedo.
No me sentiría bien después, lo dejo estar, aun que la tentación está ahí toda la noche...

Segundo día, ver que hacen una comida un tanto copiosa y pensar "¡No porfavor!" aun que inmediatamente recuerdas que tienes tu comida en la nevera de tu casa esperando, por lo que los miedos se relajan nuevamente.
Llega la cena, de nuevo los nervios y miedos hacen mella, te entra la duda de saber que cocinaran, te entran los miedos, las inseguridades, pero gracias a Dios, todo pasa sin más, pequeñas cantidades de lo que pueda comer, con total tranquilidad.

Tercer día, llegar la hora de la comida, que te racionen la comida y en ese mismo momento ponerte nerviosa y pedir que te quiten comida, sigue sin gustarte la cantidad, más comida, ahora un poquito más...hasta que dices "mejor que se quede así o alfinal me diran algo".
Con tranquilidad, hablando con la familia, todo pasa sin acontecimiento alguno...

Llegar el momento de irse y entrarte unas ganas inmensas de ponerte a llorar porque no te quieres ir, tener la típica rabieta de niño pequeño cuando no consigue lo que quiere...
Pero tengo que ser realista, no puedo quedarme...por desgracia...

No me apetece pensar en nada, me duele la cabeza y estoy enfadada conmigo por tener que volver, me tumbo en el coche con Nano y Yara y todo el viaje durmiendo...

Despertar en Valencia y sentir como de la nada llegase un agobio, unos nervios, una inseguridad...

Quiero volver al pueblo, no quiero estar aquí...

Después de cenar, caer al momento totalmente rendida en la cama...

Llega el Lunes, y con el la rutina de cada semana.

De momento sin problemas, aun que toca hacer un esfuero, hacer de tripas corazón y apechugar pequeños cambios.
Por lo que sabes, que esta semana va a ser igual o peor que la anterior...

Una tarde de lunes un tanto rara, pero todo se pasa cuando recibes la visita de un buen amigo y te lleva a ver unas vistas maravillosas, dónde solo reina paz y tranquilidad.
El tiempo no nos acompaña en ese momento, pero aún así, sentir una inmensa tranquilidad, estar bien acompañada, tener unas vistas maravillosas y dar un largo paseo en moto y sentir que puedes volar...

Llegas a casa y de nuevo caer rendida en la cama.

Martes, mal empezamos el día, aun que voy con la tranquilidad de que ya me pesaron, por lo que no me volverán a pesar...

O eso creía yo.

¿Otra vez? No, no, no...

Te entran unas ganas de rebelarte y decir que NO te vas a pesar, que ya te pesaron el día de ayer, te entran unas ganas de pedir y suplicar que te digan el peso...

Lo piensas solo por un momento y dices "si es que eres tonta, tenías la báscula en casa, podrías haberte pesado"

Pero no, preferí pedir que se la llevaran de casa, no la quiero en casa, no la quiero ni ver...

Una consulta muy muy amarga.

Nervios, dudas, inseguiridades,miedos...

Una nueva pauta, que no sé porqué me da a mi, no me va a gustar nada...

Y así es...

Llegar a casa, hacer mi madre la comida, ver la cantidad del plato y pensar "y una mierda que me como yo eso, todo para tí".
Pero sin embargo, se queda ahí, en mi cabeza, no digo nada, pero creo que se habrá notado que no me hacía ninguna gracia la cantidad de comida...

Sorprendentemente, es la primera vez que me dejo comida en el plato...

Llega esa hora de reposo, por mucho que esté distraida, por mucho que esté con la TV, el móvil...se hace una hora interminable...
Cada vez me voy poniendo más nerviosa, intranquila...no me puedo estar quieta...

Irse mi madre, irme yo a dar un paseo con la música, encontrarme a una amiga del pueblo, poner tu mejor cara cuando no te apetece nada, volver a casa después del paseo, y ponerse a llorar como un niño pequeño...

Tumbada en el sofá, sola, llorando sin más, y en cuanto te oyen los perros desde la otra punta de la casa, llegán corriendo y se ponen ambos encima de ti...

Ni eso me consuelta...

No me gusta sentir esas sensaciones, no me gusta tener que pensar en la comida que tengo en el plato, y mucho menos pensar en lo que me he comido...
Prefiero la vía fácil, no pensar en ello, comer por obligación, así no siento nada, simplemente no lo pienso...

En momentos como estos, es cuando echas de menos a Gema, esa llamada que solíamos hacer cuando solo necesitabamos un simple abrazo...

Mal día para tener un bajón, muy malo, posiblemente lo vaya a pagar el pobre hombre de la tienda.
Después de un mes y medio sin portatil, no me lo reparan y me lo devuelven aún roto.

Las ganas de matarlo a palos son inmensas, pero sin embargo no pasa nada, me puede más el sentimiento del bajón, las ganas de llorar que la rabía, por lo que no pasa nada...

El agobio ha sido tal, que poco ha faltado para desfogarme a golpes, muy poco...


Ahora solo quiero que pasen los días, para volver al pueblo, aun que sinceramente, no sé cuando será eso...

Así que, solo queda joderse y aguantarse...



by Kinki Pulguita


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